O Coordenador de Projetos Especiais do Centro Internacional de Longevidade Brasil (ILC-BR), médico argentino Diego Bernardini, analisa os capitais vitais de “Saúde”, um entre vários capitais a serem cultivados ao longo do curso de vida, segundo o recém lançado “Envelhecimento Ativo: um marco político em resposta à revolução da longevidade”. Outros capitais são redes sociais, conhecimentos e geração de renda – quanto mais cedo se começa a cuidar deles, melhor.
Capital, riesgos y curso de vida
Cuando la ciencia, la prensa, los libros o las personas se refieren a un “Capital” se suele hablar de un bien preciado, ante todo algo valorado. Una riqueza que resulta de un proceso de acumulación financiera, en donde su duración o perdurabilidad en el tiempo otorga la propiedad que ese bien debe ser cuidado. Un capital por definición encierra valor. Puede ser un capital físico o financiero, hay capital humano y también capital de riesgo, así como capital social o capital propio. Pero también existe otro tipo de capital del que poco se habla: el capital de salud, concepto que como es de imaginar, proviene de la economía y que fuera introducido por Grosman en 1972.
En el caso de la salud, como en todo capital existe un “deposito” o “reservas” con las que todos contamos desde el momento de nacer. Estas reservas tienen, fundamentalmente, dos orígenes a modo de insumos: el genético o biológico que nos viene condicionado por nuestra herencia y donde género y raza son determinantes; y el que nos ofrecerá el medioambiente o entorno en el que creceremos, en gran modo dependiente de las condiciones socioeconómicas de nuestra familia primaria. Estas dos variables, en mayor o menor medida, estarán moduladas durante nuestra existencia por el propio curso de vida, nuestro propio transcurrir; por ello decimos que esta visión o perspectiva de análisis encuentra su fundamento en la importancia del contexto.
Así como un capital financiero está sujeto a riesgos y oportunidades de los mercados, el capital de salud también está sujeto a riesgos. Esos pueden ser positivos o negativos, o lo que es lo mismo: ser ventajas y desventajas, ambas cobran mayor o menor importancia según nuestro momento vital. Una enfermedad infecto contagiosa, como el sarampión, que afecte en la primera infancia, momento de gran importancia en el desarrollo de las personas y donde la madurez del sistema inmune aun no es completa, es casi por seguro que tendrá un impacto diferente que el mismo problema en la vida adulta donde las defensas del organismo se hallan en plenitud. Una lesión osteomuscular en la adultez joven lo mismo podría provocar secuelas distintas que si ocurriera en la vejez, momento en el que las capacidades funcionales están, en su mayoría, en disminución.
Si hoy tuviésemos que ponerle nombre a estos riesgos u oportunidades que nos brinda el “mercado de la vida” sin duda alguna seria “Estilos de vida”. Prueba de ello es que ocho de cada diez personas adultas de nuestra sociedad se enferman, sufren y mueren por las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles – enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y algunos tipos de cáncer - que se originan fundamentalmente en nuestros estilos de vida, en nuestra forma de vivir.
Por ejemplo, la obesidad como el sobrepeso son factores de riesgo para diabetes tipo II, dislipemias, enfermedad cardiovascular y otras enfermedades. Sin dudas esto impactara en nuestro capital de salud y desde las etapas de vida más tempranas, sea de manera directa a través de los problemas de salud pero también desde dimensiones más complejas de medir como puede ser la estigmatización social, la autoconfianza o las oportunidades. Desde una visión social, considerar que los recursos del Estado que se empleen en atender la demanda de las necesidades en salud de una población obesa, serán recursos que falten para ser invertidos en educación, infraestructura o desarrollo.
Invirtamos en salud, mejoremos nuestro capital
Así como en economía existen inversiones a corto y largo plazo, también existen en salud. Invertir en salud ante todo es mirar a largo plazo, pero también y a diferencia de los mercados económicos, disfrutar en lo inmediato. De inversión a largo plazo nos da la razón la expectativa de vida actual donde la revolución de la longevidad hoy es una realidad y ganancia de los tiempos que nos tocan vivir.
A los estilos de vida se los aborda desde dimensiones individuales como una dieta adecuada, controles médicos periódicos, un programa de actividad física que reúna criterios de prescripción, pero también desde políticas públicas planificadas, implementadas, monitoreadas y evaluadas por un Estado presente.
Tener salud es tener independencia, es libertad. Ambas solo se aprecian cuando se la pierde. Invertir en salud es ser libres y eso se logra solo cuidando lo que se tiene: un capital de salud.
Autor:
Diego Bernardini – argentino, médico de família com mais de 15 anos de prática clínica e experiência como consultor do Banco Mundial, da Organização Panamericana de Saúde em Washington e da Fundação Européia de Yuste na Espanha. Trabalhou no setor privado e integrou o Ministério da Saúde da Nação, em Buenos Aires, Argentina. Desenvolveu trabalhos na América Latina, América do Norte, Europa e no Sudeste Asiático, onde foi professor visitante na Universidade da Malásia em 2014. É professor de pós-graduação na Argentina, México e Espanha, com mestrado em Gerontologia e doutorado em Medicina pela Universidade de Salamanca, Espanha.
Edição:
Silvia M. M. Costa
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